Siempre reside un poco en mí
No se aleja mucho, pero tampoco me sigue a con su presencia
Sólo se mantiene ahí, ominoso y perenne
Observando siempre a la distancia
Recordándome que no estoy sola.
¿Qué buscas?
Dime con sinceridad qué esperas encontrar,
será acaso un atisbo, un poco de luz en tu día sombrío.
O será que no buscas sino que pretendes estar en otro tiempo, en otro lugar. Inventar que vives en un mundo poblado por la luz y el color. Pensar que tomas otras decisiones, otros caminos, otras compañías...
¿Qué te aterra tanto, para no pronunciar aquello que buscas? ¿Temes que se destruya al ser nombrado? ¿O será que temes que cuando tu voz resuene sólo sea contestada por su eco?
Mi niña quizás debas dejar de buscar y dejar que te encuentren.
Hoy me abstengo,
y al hacerlo me guardo para mí misma todo cuando pudo ser,
me reservo y menguo hasta que soy imperceptible de mundo mismo.
Y al haberme abstenido me percato del vacío que me envuelve.
Atisbo a la distancia que no existe otro ser que pudiese mirarme... no hay otro par de ojos en los que reflejarme, pues en esta realidad carente de miramientos solo me encuentro yo.
Últimamente siento que el mar
quiere desbordarse por mis ojos,
que cada cierto tiempo las olas golpean
las comisuras.
Y entonces mis ojos se pierden en el infinito,
y es como si verdaderamente
miraran bajo el agua.
Porque siento que apenas me contengo,
y por el contrario no soy capaz de desmoronarme.
Me sostengo sólo por el vaivén de las olas,
mientras por dentro el mar se encuentra embravecido.