Angel de la divina condena
hoy has caido junto a mì.
Te permitiste llegar al suelo,
rezando por mi eterno porvenir.
En la tierra inerte hoy te vi morir,
perder la gracia suprema, esperando resistir.
He sentido tu dolor, tu perdida de honor.
Mas lo que lacera mis venas es saber
del martirio por mì causado.
Dulce condenado mìo,
perdimos hoy las cuencas
en un rìo rojo sin fin.
Mas no nos dejamos, es màs,
nos laceramos, para aunque
lejos nos podamos sentir.
Porque del alma màs oscura
se ha elevado un don;
el amor nos ha vencido,
resurguimos del dolor.
y veo los cuerpos marchitos
de eternos amantes condenados,
desquiciados, disfrutando su sufrir.
Pues la purga ha venido con forma de color,
ha matado los cuerpos dejando el alma en derredor.
Hoy somos malditos por este don.
Mas no temo, aunque siento el filo del dolor.
Sè que no he muerto sola,
hoy padezco con tu amor.
Y si no he de poseer alas
algo màs puro me llevarà al sol.
(La eterna condena de tu alado calor).
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