Amaba tanto que no sabía que en realidad consumía el mundo,
que destrozaba y secaba tanto que en desiertos tornaba todo cuanto tocaba.
Amaba, mas no veía, oia o susurraba,
estaba vendada y adormilada entre las brisas de su mirada.
Amaba, dolientemente mas su corazón no notaba...
no daba cuenta alguna de que en verdad no amaba;
torturaba la vida misma y a quienes se le acercaban.
Mas seguía radiante en su deambular soslayado.
Nunca vió ni sintió siquiera que en verdad a nadie amó,
que sólo estuvo perdida y vacía de emoción.
Nunca abrió sus ojos, mucho menos su corazón.
Y así continuó amando, sin rostro, cuerpo, ni alma, tan sólo a la ilusión.